De Oruro a La Paz: En busca de mi destino / 6

Un día, al encontrarme con mi barra de amigos en Oruro, uno de ellos me contó que tenía un conocido en La Paz. Este muchacho era muy amigo mío. Éramos compañeros de juegos y de estudios. Jugábamos al frontón e íbamos juntos a la escuela nocturna. Me aseguró que no sólo se iba de viaje a La Paz, sino que estaba decidido a quedarse a vivir y a trabajar allí.

Por entonces, yo era un muchacho de trece años, y no me estaba llevando muy bien con mi padre. Me mostraba un poco rebelde e irresponsable. Algo que a mi padre, como se podrán imaginar, no le caía nada bien. Además, mis hermanos mayores, Alejandro y Carlos, estaban trabajando y se habían independizado. Ellos vivían lejos, en la casa que les daba la empresa que los había empleado. Yo los visitaba cada vez que podía, y esos momentos compartidos con ellos dejaban sus huellas en mis emociones y en mis pensamientos.

Algo en mi interior, muy en lo profundo, me decía que para mí también había llegado la hora de dejar la casa de mis padres y salir a buscar mi destino. Le pregunte a mi amigo: «¿Viajamos juntos? No te preocupes por mí», lo tranquilicé: «yo me arreglo.» Esa misma noche lo decidí. Me fui con lo puesto, sin avisar a nadie, ni a mi padre ni a mis hermanos. Al otro día me encontré con mi amigo en la estación del ferrocarril.