La abuela espolvoreaba los buñuelos con azúcar impalpable.
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Para las fiestas de fin de año, mi abuela Agustina hacía buñuelos y los vendía en la entrada del inquilinato donde vivía. Cerca de la puerta ponía el calentador y una cacerola grande. Primero preparaba la masa de los buñuelos, luego los freía en abundante grasa o aceite bien calientes, y finalmente los escurría. Espolvoreaba los bueñuelos con azúcar impalpable. También se sopaban en miel. Cuando mis hermanos y yo la visitábamos en esos días, la abuela nos invitaba a probar sus buñuelos.